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Son los animales que dependen de las plantas o de otros organismos para sobrevivir. Entre los mamíferos más representativos se encuentran el mono araña (Ateles geoffroyi) y el mono aullador (Alouatta palliata), que se alimentan de frutos y hojas, además de especies terrestres como el tapir (Tapirus bairdii), el venado temazate (Mazama americana) y el jabalí de collar (Pecari tajacu). En cuanto a las aves, la guacamaya roja (Ara macao), el hocofaisán (Crax rubra) y el águila solitaria (Harpyhaliaetus solitarius) son ejemplos de la gran diversidad alada que cumple funciones de dispersión de semillas, control de poblaciones y depredación. Los reptiles y anfibios también son abundantes: iguanas, boas, tortugas y cocodrilos conviven con ranas y salamandras, todos ellos adaptados a la humedad y a la vida tanto terrestre como acuática. Finalmente, los insectos —mariposas, abejas, hormigas y escarabajos— cumplen un papel esencial en la polinización, la descomposición y el control de plagas.